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SI YO CAMBIO, TODO CAMBIA !!!

lunes, 27 de febrero de 2012

PODEROSA FRAGILIDAD - Publicado por Laura Foletto en "Abrazar la Vida"


Hace un par de semanas, fui a la costa con unas amigas.  Al segundo día, caminando por la playa, entramos a unas escolleras de rocas.  Me senté cerca de donde salpican las olas, para sentir el agua rociando mi cuerpo cada tanto.  No sucedía y otras personas se fueron retirando.  De golpe, vino una ola gigantesca que me barrió y me tiró dentro de un pozo que se había hecho entre las piedras.  Fue una suerte porque, de lo contrario, hubiera seguido golpeando hasta caer al mar y ahogarme (no sé nadar: una materia pendiente).  Terminé con muchas lastimaduras y golpes, bastante dolor y dos puntos en la cabeza, un resultado liviano.  Eso no me impidió disfrutar de las mini-vacaciones; no pude ir a la playa, pero me divertí igual.

Al comentarlo entre mis conocidos, la fragilidad fue un tema que surgió frecuentemente.  Este “envase” se daña con facilidad y requiere cuidado.  Lo que sentimos también nos induce inestabilidad.  Muchos tratamos de ocultarla con agresividad o indiferencia, pero, como canta Sting:

“Nada bueno viene de la violencia
Y nada nunca vendrá.
Para todos aquellos nacidos bajo una furiosa estrella
No vaya a ser que olvidemos cuán frágiles somos.

Una y otra vez la lluvia caerá
Como lágrimas de una estrella.
Una y otra vez la lluvia dirá
Cuán frágiles somos”.

Charlando con un paciente que escala montañas, me decía que sentía qué pequeños que somos al mirar su ciudad desde lo alto.  Muchos registran esa sensación de fragilidad e insignificancia en contacto con la Naturaleza.  Me sucede al revés: siento que soy una con Ella y parte de esa inmensidad y poder.  Me revitaliza y potencia. 

Alrededor de los veintitrés años, tuve unos cuantos posibles encuentros con la muerte (han pasado bastantes a lo largo de mi vida y, como decían mis amigas, no tengo un ángel guardián, ¡tengo un ejército de ángeles cuidándome!).  Estaba pendiente de lo frágil que era, de qué livianamente podía lastimarme, quedar impedida y/o morir.  Ese tema me rondó por el cuerpo y la mente.  Finalmente, llegué a alguna conclusión que me reconcilió con la muerte.  Ayer recordé que tenía un diario y lo busqué.  Lo único que apareció fue una reflexión que hice a partir de la decisión de una pintora de elegir su muerte.  Escribí: “No le temo a la muerte. No significa nada para mí.  Es simplemente volver a tomar parte de un plan, una unidad, una energía universal.  En realidad, esa es mi idea de Dios.  Yo soy Dios, todos lo somos.  Formamos parte de una inmensa fuerza que marcha inexorablemente hacia adelante, constituida y alimentada por la vida de miles de años de experiencia.  Ahora soy una entidad (individual, poderosa) con la personalidad que me he construido en este tiempo y en este lugar.  Estoy aquí para seguir adelante con la vida.  Nada se detiene ni se destruye,  Todo fluye a otro tiempo y avanza sin detenerse”. 

Cinco años después, cuando transitaba una gran depresión, todas las noches pensaba en cómo suicidarme.  Al cabo de un tiempo, me di cuenta de que eso era “El Gran Escape”: yo no le temía a la muerte, le temía a la vida; específicamente, a las consecuencias de lo que había generado y que creía que no podía afrontar.  Busqué ayuda y salí más abierta y fortalecida de esa situación.  Comprendí concretamente mi papel de creadora y la responsabilidad que ello conlleva.

Siempre he sido arriesgada.  A veces, con reparos y otras sin red.  Es mi elemento ariano y masculino: ir a la conquista, adelante, penetrando la experiencia.  Aunque tengo más componentes femeninos que masculinos en mi carta y soy mujer, recién en los últimos tiempos he honrado la necesidad de cuidado y nutrición, de espera y paciencia, de ser y estar.  La Nueva Energía se mueve mucho con estos principios, con el encuentro más que con la búsqueda, con la fortaleza de la vulnerabilidad, con el estar más que con el hacer, o más bien con el hacer desde el ser.

Las grandes verdades son paradojales.  Todo es tan frágil en esta dimensión.  Sin embargo, ahí está la fuerza que poseemos.  Cuando tratamos de negar la fragilidad, nos debilitamos, nos envilecemos, recurrimos a la violencia o a la victimización.  Cuando la aceptamos, nos beneficiamos de la enorme capacidad resciliente que nos habita; de crear desde la fluidez y el menor esfuerzo en lugar de desde la lucha y la ambición; de hacer brillar el entusiasmo y la alegría de vivir; de sostener lazos de colaboración y solidaridad con los demás; de apreciar la multiplicidad y la creatividad que nos rodea; de creer en el poder del amor, siempre inclusivo y abierto, siempre tierno y firme, siempre sanador y luminoso

Me maravilla el poder de recuperación de mi cuerpo, la contención cariñosa de mis amigos, los descubrimientos que significó la experiencia, la vulnerabilidad que me florece, las enseñanzas del agua, el amor que me guía y me rodea.  Gratitud eterna.

Hacia una conciencia más global

“Si solo tengo conciencia social me covierto en un un feroz activista, dispuesto a batallar con quién sea para que se escuche mi voz y la de los más oprimidos (…) pero la consecuencia de este tipo de enfoque desprovisto de aunque sólo sea un mínimo de conciencia espiritual, es el conflicto y la ausencia de paz interior (…) Por otro lado, si solo existe conciencia espiritual (…) de la no implicación a la indiferencia hay un paso”
“Así pues, para la convivencia de estas dos conciencias, el secreto vuelve a estar en el equilibrio (…) En esos instantes de principio de agobio es cuando tenemos que ver con fuerza que cualquier pequeño gesto consciente suma y darnos cuenta también de que lo realmente importante no es querer solucionarlo todo a cualquier precio, sino, siempre en la medida de lo posible, intentar ser cada vez más conscientes de la repercusión de nuestros actos y elecciones buscando al mismo tiempo estar en paz con nosotros mismos”
Daniel Gomis
(El mundo no se arregla solo con activistas radicales sin espiritualidad ni con “meditadores” profesionales sin compromiso social. Ambos tipos de conciencia son necesarios. Artículo del comunicador social, profesor de Kundalini Yoga y autor del blog Altermon, Daniel Gomis)
¿Puede tener la conciencia diferentes significados, ámbitos o prioridades? Para mí, a día de hoy, es evidente que no. Como las madres, de conciencia sólo hay una. Igual que ambas, por naturaleza, también están incondicionalmente dispuestas a no fallarnos nunca, por mucho que nos duela su verdad. Sin embargo, en los últimos tiempos también he podido vivir y ver muy de cerca hasta qué punto puede llegar a fragmentarse nuestra toma de conciencia en función de la experiencia y del ángulo de luz que dejemos penetrar en ella.
Puestos a fragmentar, seguramente se pueden encontrar un sinfín de motivos en los que focalizar nuestra conciencia. Pero en base a mi reciente experiencia personal, me gustaría reducir esta fragmentación a dos tipos de conciencia que, tarde o temprano, según mi modo de ver y sentir, están especialmente obligadas a confluir, entenderse y extenderse, si de verdad queremos hacer entre todos de este mundo un rincón mucho más amable y habitable. Estoy hablando de la conciencia espiritual y la conciencia social. Vamos a ver cómo pueden llegar a operar ambas por separado con un poco más de detalle:

Hipótesis 1:

Me voy haciendo cada vez más consciente de las desigualdades e injusticias sociales y esto me lleva a convertirme en un feroz activista, dispuesto a batallar con quién sea para que se escuche mi voz y, en consecuencia, la de los más oprimidos. También puedo estar igual de sensibilizado pero, más escéptico e impotente ante la desesperante visión de conjunto, optar por sufrirlo todo más en silencio.
Consecuencia:
Sea como sea, lo que me garantiza este tipo de enfoque desprovisto de aunque sólo sea un mínimo de conciencia espiritual, es el conflicto y la ausencia de paz interior. O en otras palabras, poner toda la responsabilidad de los males que colectivamente nos azotan en el otro, sea cuál sea su forma e identidad, sólo consigue a la larga reforzar la lucha entre opuestos y fomentar el odio.

Hipótesis 2:

Soy consciente de que soy algo más que materia y esto me lleva directamente a un plano elevado que relativiza e incluso resta importancia al caos que reina en el terrenal mundo de las pasiones y los sentidos. Incluso puedo llegar a volverme totalmente ajeno al sufrimiento y a las injusticias circundantes porque no quiero perder mi valioso estado de conexión trascendente…
Consecuencia:
Difícilmente llegaré a sentirme enteramente realizado si no puedo llegar a integrar el dolor ajeno como propio y no me doy cuenta de la importancia que también tiene mi implicación activa en aquellos aspectos de mi alrededor que atentan directamente contra la dignidad del ser, y por extensión, la integridad del planeta. De la no implicación a la indiferencia hay un paso. Del mismo modo, tampoco hay que olvidar que implicarse puede ser perfectamente compatible con no perder el centro.

Ser el cambio

Últimamente, me he ido distanciando cada vez más de los ambientes más combativos de las luchas y reivindicaciones sociales. Ha sido una toma de distancia directamente proporcional a mi acercamiento a lo que podríamos denominar ámbitos más espirituales.
De hecho, ahora puedo ver con claridad cómo una cosa ha sido consecuencia directa de la otra. A lo largo de este proceso, he podido certificar mediante la experiencia directa lo que ya nos han recordado sabios y maestros; difícilmente se puede lograr un cambio externo si primero no hay un “clic” interno que nos reconcilie verdaderamente con nosotros mismos, producto de un concienzudo trabajo de autoconocimiento que nos lleve a reconocer a nuestro ego y a hacer las paces con él sin que nos absorba.
Dos célebres citas recogen este pensamiento como anillo al dedo: “Antes de iniciar la labor de cambiar el mundo, preocúpate primero de limpiar tu casa” (proverbio chino) y “Sé el cambio que quieres ver en el mundo” (Gandhi). Y para conseguirlo, el Yoga puede ser una excelente herramienta, aunque no es ni mucho menos la única, y también cabe recordar que, a menudo, puede ser muy necesario el complemento de una buena asistencia psicológica en paralelo.
Ahora bien, quizás porque ya he transitado el primer camino, el de la conciencia social, por otro lado se me hace muy extraño comprobar cómo puede llegar a considerar uno estar en un camino de conciencia sin sentirse internamente removido ante escandalosos abusos, como los que llevan a cabo prácticamente todas las entidades financieras, así como multitud de multinacionales -farmacéuticas, energéticas, alimentarias, y también del mundo de la moda, la comunicación, la tecnología…- y los gobiernos que no sólo las consienten, sino que además las apoyan.
Por mucho que no lo queramos ver o nos sintamos por encima de ello, nosotros, como parte integrante de la sociedad que somos, tenemos el poder de decidir si queremos convertirnos en cómplices de sus desmanes o no. La información alternativa que nos habla de ello está ahí, al alcance de nuestra mano. Y es la que nos puede ayudar a ampliar la conciencia para no cometer incoherencias como, por ejemplo, secundar una manifestación en contra de la guerra y al mismo tiempo estar promoviéndola al depositar nuestros ahorros en un banco que financia la industria armamentística.
Entiendo perfectamente que del tipo de compromiso social, medioambiental, etc. se puede pasar fácilmente al agobio y al interminable sentimiento de culpabilidad que genera el “no estar haciendo lo suficiente”. Pero ahí vuelve a entrar de nuevo la conciencia espiritual, que nos ayuda a cultivar la compasión y la tolerancia ante un mundo visiblemente imperfecto.
En esos instantes de principio de agobio es cuando tenemos que ver con fuerza que cualquier pequeño gesto consciente suma (“Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo”, Eduardo Galeano) y darnos cuenta también de que lo realmente importante no es querer solucionarlo todo a cualquier precio, sino, siempre en la medida de lo posible, intentar ser cada vez más conscientes de la repercusión de nuestros actos y elecciones buscando al mismo tiempo estar en paz con nosotros mismos.
Así pues, para la convivencia de estas dos conciencias, el secreto vuelve a estar en el equilibrio. Y para concluir, podemos recordar algunos ejemplos cercanos que quizás puedan servir para inspirarnos; la iniciativa del Yoga Day para los derechos humanos de Amnistía Internacional, la encomiable labor que lleva a cabo la organización sin
ánimo de lucro World Prem y también, cómo no, la ejemplar resistencia pacífica que ha abanderado, desde sus inicios, al movimiento 15-M.
Daniel Gomis
Comunicador social y profesor de Kundalini Yoga
http://altermon.wordpress.com
Foto: Corbis

En El Blog Alternativo: ¿Y tu qué haces?
En El Blog Alternativo: Starhawk: “La espiritualidad y el activismo deben ir de la mano
En El Blog Alternativo: ¿Activismo radical o acción consciente?
En El Blog Alternativo: La transformación interior, el cambio decisivo que provoca el cambio global
¿A o B? Depende – 70 reflexiones para elegir el camino adecuado, el libro de Angel González (autor de El Blog Alternativo)
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Me afirmo en MI evidencia, me niego a SU evidencia

¡Abre tus alas,
salta al vacío
y vuela!
Peor que las magulladuras de la caída
son las marcas de las cadenas que te atan
al zulo en el que quieren que vivas.
Itziar Azkona
Hace ya unas semanas nos despertabamos con la noticia de que no volaremos más con Spanair. Si unimos esta noticia a todas las demás sobre la situación económica y financiera, y a los últimos datos de paro en España, la situación es absolutamente desalentadora.
Tanto medio de comunicación concentrado en tan pocas manos haciendo tanto hincapié en lo mismo ¿cómo podremos levantar cabeza? ¿Será la frase de aquel primer concursante de Gran Hermano cuando dijo “quien me puso la pierna encima” una frase de alto valor filosófico con los años y las eras venideras?
Yo, permítanme, señores y serñoras, me niego a tanta evidencia. Este discurso no construye, sólo deprime y alimenta el miedo de cada ciudadano para que los Estados hagan y deshagan a sus anchas. Y lleven a cabo acciones de bajos vuelos políticos y sociales.
Yo, aunque no me lo permitan, señores y señoras, me afirmo en otra evidencia. Si anotamos que tanto cierre de empresas obedece a un cambio de paradigma económico en el que ya no todo vale y en el que el saco de la avaricia ni tiene fondo ni tela que lo sublime, CREAremos diferente.
Esta crisis no la hemos creado NOSOTROS pero sí nos hemos dejado seducir por ELLOS.  Aún así no me rindo a tan poca evidencia. Nunca antes como ahora se dan tantas oportunidades para crear nuevos negocios.
Así que:
si te echan de tu trabajo después de 35 años utiliza tu experiencia para crear tu propio negocio. ¿Quién tiene más experiencia que tú en lo que tú mejor sabes hacer?
si dejaste tus estudios para dedicarte a la construcción y con pocos años tener casa, coche y una vida de lujo que ahora se esfuma… puedes estudiar y formate para trabajar en algún otro sector que sea sostenible.
si tienes 18 años y no tienes estudios y estás apuntado al paro con las dos manos en los bolsillos mejor empiezas a pensar que la sopa boba no cae del cielo porque allí se acabaron el agua y los fideos.
si eres universitario, hablas varios idiomas y estás muy bien formado pero lo ves todo negro ¿quien te ha echo creer que no puedes? ¿En qué punto te perdiste y te has dejado convencer de que eres “una generación perdida” y que “no tienes salida”? Yo veo que puedes coger tus sueños, hacerlos realidad y petardear a quien boicotea tu capacidad de crear y poseer tu propio destino.
Me niego a su evidencia. Me niego a pensar que si algo no entra dentro de las normas del mercado no es viable. Me niego al borreguismo. Me niego a la esclavitud. Me niego a la dictadura del capitalismo salvaje. Me niego al terrorismo financiero.
Me niego.
Me afirmo.
Yo, si puedo, ¿y tu?
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Autor: Itziar Azkona, Coach by NLP Academy with John Grinder.
Websitewww.coachingemodus.comMailiazkona@coachingemodus.com
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