viernes 23 de abril, 12:16 PM
Por Alejandro Rozitchner www.100volando.net
|
Por más que sigamos emperrados en dar una imagen negativa del curso de los acontecimientos humanos, lo cierto es que las sociedades avanzan constantemente. Más allá del incremento en la expectativa de vida, rasgo innegable de cierta evolución de nuestro mundo, otro de los rasgos más notables de este avance es la emergencia de un nuevo tipo de persona, cuyas capacidades superan a las de las personas tradicionales en términos de independencia, autogestión, creatividad y plenitud personal. ¿Suena extraño lo que digo? Me parece que no se trata tanto de que aluda a un fenómeno dudoso, sino que no sabemos leer la realidad correctamente.
Nuestro pensamiento atrasa. Atrasa y usa los lentes de la negatividad, que hace que todas las cosas luzcan feas y defectuosas. El truco de nuestra inteligencia es señalar fealdad y deterioros por todas partes, siendo la persona que logra la mayor expresión negativa la que parece más inteligente. La inteligencia crítica, adiestrada en años de rechazo del mundo, de descalificación de la sensualidad y de la plenitud vital, entrenada en una visión desconsolada y pobremente religiosa, impide tanto la conciencia de muchos procesos positivos que estamos viviendo como su desarrollo e intensificación.
Claro que la naturaleza, de la cual formamos parte como animales que somos (animales raros, capaces, distintos, pero animales al fin, inteligentes mamíferos sexuales y digestivos) no genera evoluciones veloces, pero hay cambios culturales notables que pueden ser reseñados con bastante claridad.
¿A qué me refiero cuando digo que hay un nuevo tipo de persona?
A que hoy en día la aventura individual es más posible que nunca, que las posibilidades para cada uno de nosotros han crecido hasta superar límites que parecían infranqueables.
A que las instituciones son desafiadas a que prueben su utilidad, antes de ser obedecidas ciegamente y en detrimento del desarrollo personal.
A que cada vez más los individuos prestan atención a sus emociones y necesidades, antes de acudir a las formas convencionales que antes regían nuestras vidas.
A que la autenticidad se abre paso en todos los ámbitos, propagando la informalidad y la aparición de verdades personales (en orientación sexual, gustos, preferencias, decisiones de vida) que antes no eran tan posibles.
A que el avance en las formas de la crianza permite que los chicos crezcan en un entorno de comprensión y amor superior a todo lo conocido.
A que en vez de mirar el más allá en un gesto de renuncia hoy somos más sagaces en la observación de nuestro concreto más acá.
Sí, claro que mi temeraria afirmación puede ser discutida y relativizada, pero vale la pena explorarla con detalle, porque entender estas evoluciones inadvertidas nos va a dotar de una mayor capacidad para potenciarlas y disfrutarlas.
Y sí, es cierto que este movimiento genera problemas, que produce riesgos y que tiene como contrapartida cierto desorden, social y personal. Pero este desorden es también en muchos casos creativo y poderoso, un magma de sentidos del que surgen constantemente nuevas posibilidades y nuevas formas positivas de vida humana. Vamos a cerrar este artículo con un ejemplo, para poder pensar las cosas de manera más concreta.
Winnicott, el psicoanalista inglés, señala que las dificultades de las juventudes actuales radican en que ya no es aceptable una respuesta rápida e impersonal a la pregunta básica de todo sujeto: ¿quién soy, qué quiero yo? En épocas en las que la tradición, el deber y el sacrificio tenían más peso, la respuesta se daba según la costumbre, desde la norma. Se era lo que se debía ser, no se trataba de dar una versión propia sino de sumarse al plan establecido. Hoy, en nuestra cultura, dotada de una enorme dosis de libertad, cada persona intenta responder indagando en su propia forma de ser, buscándose a sí mismo más allá de cualquier respuesta estandarizada.
Winnicott acepta que esta exploración conlleva ciertos peligros, que se trata de una experimentación personal de la cual no sabemos qué puede esperarse, y que no siempre termina bien. Pero también señala que de este proceso surgen individuos mucho más logrados, enteros, realizados, plenos, que de la antigua costumbre de adoptar una forma convencional e inauténtica.
Vivimos en un mundo nuevo, cargado de posibilidades y recursos. Tenemos más libertad de la que somos capaces de usar. Tratemos de estar a la altura de lo que esta nueva vida nos ofrece.
Alejandro Rozitchner es escritor, filósofo y novelista, trabaja como inspirational speaker y es asesor de la Secretaría General del Gobierno de la Ciudad.
******************************************************
Ahora, mi opinión:
Nuevas y mejores formas de ser persona
Al fin y al cabo, es una especie de despertar, un cambio de paradigmas que nos "rigieron" desde la antigüedad...lo digo desde la perspectiva de los que caminamos alguna suerte de búsqueda desde un ángulo más espiritual (no me refiero a ninguna religión, solo considero ese aspecto del ser humano que constituye lo más sutil del Ser: Lo Espiritual) que no por eso, deja de lado el aspecto humano...y, sobre todo, tiende a comprender como se puede construir un mundo mejor, sin necesidad de destruir lo ya "construido" por nuestros antecesores, sobre todo, sin descalificarlos y menos despotricar contra todo, se trata, en mi humilde y esperanzada opinión, de "evolucionar" sobre y con lo ya existente. Gracias Sr. Alejandro Rozitchner, por expresarlo tan claramente...al menos para mi entender... con quien estoy de acuerdo en un...digamos 80 %
Thomas Siklosi