“Los psicólogos han alabado las bondades de los cuentos clásicos desde hace siglos. Dicen que sus personajes tienen una correspondencia directa con los contenidos del inconciente. Un animal que devora un niño podría alertar, por ejemplo, del peligro de que un contenido inconsciente arcaico pudiera “devorar” al resto más evolucionado de la psique. Bien, esto ocurre en contadísimos casos, y básicamente en adultos … que fueron niños maltratados. ¿Estamos seguros de que nuestros hijos pueden aprender algo visionando un lobo tragándose a una niña?”
Gunther Embe
Gunther Embe
Después de varios artículos cuestionando y criticando ciertos aspectos de la Nueva Era (1 y 2), el mito de la transformación interior, la moda de la alimentación pránica y la forma de presentaralgunas terapias alternativas, el autor inconformista Gunther Embe aborda el mundo de los cuentos clásicos con una mini-serie de 2 artículos:
- Menos cuentos violentos, más relatos con ternura
- El falso sexismo de los relatos infantiles
Desde hace tiempo los cuentos infantiles son objeto de sesudos análisis y debates sobre su simbología y los arquetipos que transmiten o sobre su poca adecuación a los tiempos y sensibilidades actuales.
En este texto, Gunther reflexiona sobre la violencia extrema de muchos relatos y nuestra capacidad para sustituirla por ternura:
MENOS CUENTOS VIOLENTOS, MÁS RELATOS CON TERNURALos cuentos infantiles clásicos fueron creados hace mucho tiempo por hombres y mujeres aterrorizados ante la violencia extrema de la sociedad en la que se desenvolvían.Las sociedades primitivas, incluso la aclamada civilización occidental hasta hace pocas décadas, han educado a sus hijos a través del terror. Parece entonces lógico que los relatos que se fueron generando en la psique colectiva constituyeron algo así como una terapia grupal.De hecho, no pudieron hacer otra cosa que expresar lo que habían vivido en sus propias infancias. Si esto es así, entonces los cuentos “de toda la vida” son para adultos, no para niños. Adultos que se veían obligados a dramatizar constantemente las horribles experiencias que habían vivido, con la finalidad de intentar digerirlas.Los psicólogos han alabado las bondades de los cuentos clásicos desde hace siglos. Dicen que sus personajes tienen una correspondencia directa con los contenidos del inconciente. Un animal que devora un niño podría alertar, por ejemplo, del peligro de que un contenido inconsciente arcaico pudiera “devorar” al resto más evolucionado de la psique. Bien, esto ocurre en contadísimos casos, y básicamente en adultos … que fueron niños maltratados. ¿Estamos seguros de que nuestros hijos pueden aprender algo visionando un lobo tragándose a una niña?El error educativo más repetido de la Historia consiste en creer que lo que sirve para el adulto sirve para el niño, sin tener en cuenta sus verdaderas necesidades. Así, dormir en una habitación separada es algo aceptable para un adulto, pero no para un bebé de dos años. Pero obligamos a nuestros hijos a ver películas, comer alimentos y usar vestidos que son propios de adultos. Como a nosotros nos satisfacen, pensamos que a ellos también.Entonces los sentamos en nuestro regazo, cuando están a punto de dormirse y por tanto están hipersensibles, y abrimos un cuento en el que se producen asesinatos. Luego les damos un beso y los dejamos completamente solos en una habitación a oscuras. ¿No es una locura?Muchos niños no sienten ese miedo, simplemente porque han sido bombardeados con películas violentas desde que nacieron. Entonces el cuento de Caperucita les aburre. Pero eso no son niños “valientes” sino niños embrutecidos, que han tenido que anular su capacidad de discernimiento y embotar su aguda sensibilidad natural para poder sobrellevar esas imágenes. ¿Qué clase de niños queremos para la sociedad del futuro?Toda la cultura humana se ha sutilizado. Ya no ahorcamos a los dementes, ni torturamos a los ladrones. Ya no ejecutamos rituales sangrientos. Los cuentos clásicos son restos de culturas que ya no existen en occidente, culturas primitivas con costumbres muy diferentes a las actuales. Tuvieron su razón de ser como terapia para unos adultos que de niños presenciaron actos violentos y que traumatizaron para siempre su sensibilidad.Relatar esos cuentos a sus propios hijos y ver cómo lloraban de miedo formabaparte de una dramatización de su propio terror. Para colmo, de esa manera pasaban sus traumas a la siguiente generación. ¿No es hora de parar esatransmisión?Todo ha cambiado, digamos NO a los cuentos clásicos violentos. Evitemos también películas violentas, pues cada imagen y cada sonido quedan implantados en sus cerebros, y más tarde surgen en forma de miedos y pesadillas.En nuestras manos está el proporcionar a nuestros hijos alimentos adecuados a su edad, alimentos físicos y alimentos para sus mentes en formación. Usemos nuestra imaginación y elaboremos sencillos relatos que rebosen ternura, amor, aventura. ¡Nuestros niños lo merecen!
En El Blog Alternativo: Otros artículos de Gunther Emde
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En El Blog Alternativo: Revista Uakix “La sabiduría de los cuentos de hadas”