Hola amigos, les envío un artículo que publiqué en la revista Nueva Etapa en mayo de 2012
espero les guste.
Saludos cordiales,
Oscar
QUÉ ES LA ECOLOGIA EMOCIONAL
La ecología es la rama de la biología que estudia las relaciones de los seres vivos entre sí y con su entorno. Por medio de la ecología aprendemos a cuidar el medio ambiente. En cambio, con la denominada ecología emocional logramos canalizar nuestra energía emocional para cuidar nuestras relaciones con los demás y con todo nuestro entorno.
Los autores españoles Mercé Conangla y Jaume Soler nos hablan de La Ecología Emocional o Psicoecoafectividad , y la definen como “el arte de gestionar nuestros afectos de tal forma que la energía emocional que de ellos se deriva se canalice en dirección al crecimiento y mejora como seres humanos, a la mayor calidad de nuestras relaciones con los demás y a un mejor y mayor cuidado del mundo que nos rodea”. Asimismo, nos enseñan que ésta habilidad incluye dos valores importantes: la responsabilidad y la conciencia del impacto emocional global. Este último aspecto mencionado es lo que hace que, según estos autores, ésta habilidad vaya un paso más allá que la IE, ya que también se trabaja sobre: la conciencia de la interdependencia de los sistemas vitales que habitamos la tierra, las acciones creativas de mejora del mundo, y el mayor respeto al entorno.
En la práctica, ¿qué formas tenemos de cuidar que nuestras emociones sean canalizadas adecuadamente, sin dañar a las personas que nos rodean? Con la verificación de la ecología del estado interno vamos a evaluar el estado emocional que aparece ante una situación difícil o compleja. El objetivo es sumar información, por medio de la reflexión, y a partir de la ayuda de ciertas preguntas, sobre nuestro estado interno y sus posibles consecuencias. Por ejemplo, ante una situación que nos genera enojo en el trabajo, y antes de manifestar nuestro sentimiento, nos podemos preguntar:
-¿Lo evaluaría como productivo o improductivo? Si encuentro que el enojo se va a expresar de manera productiva, para beneficio del grupo, sigo adelante.
- ¿Mejora o empeora mi situación? Si empeora mi situación, voy a abstenerme de expresarlo. Esta acción se llama supresión, no represión; esta última es inconsciente, en cambio la primera es consciente. No exteriorizaré mi ira en un lugar inadecuado. Eso no quiere decir que la elimine, solo la postergo.
- ¿Siento que el estado en que estoy me provee de recursos o me deja sin recursos? Toda emoción tiene su razón de ser; la ira nos indicará que por ejemplo alguien se ha “pasado de la raya” y debemos poner límites. Hay veces que tenemos derecho a enojarnos. Puede ser que, como líderes de un grupo veamos que los resultados no se están dando como esperamos , y decidimos que hay que poner energía para “sacudir” al grupo .Pero si como consecuencia de éste estado, al ser muy intenso, no se me están ocurriendo soluciones creativas, sólo tengo ganas de patear las puertas y estoy fuera de quicio, entonces tengo que cambiar el estado en que me encuentro, y disminuir previamente la intensidad de mi emoción.
- ¿Me pone más a cargo de mi vida o menos? ¿Me da más poder personal o no? Muchas veces tendemos, de manera más o menos consciente, a evadirnos de los problemas a través de reacciones intempestivas. Por ejemplo, un ataque de ira puede hacer que desvíe la atención del verdadero problema que hay que enfrentar. Pero esa reacción, a la vista de los demás, puede hacer que me desprestigie, ya que claramente se va a notar mi intención de evadir el fondo de la cuestión.
- ¿Me mueve en dirección a mis valores y principios o me aleja de ellos? Por ejemplo, si como consecuencia de mi enojo, me imagino insultando a mis subordinados: ¿esta acción está de acuerdo con mis valores?
En resumen: a través de la verificación de la ecología del estado interno tomamos consciencia que tengo que enojarme de una manera que me permita tener recursos de energía para ser efectivo.
Es obvio que estas herramientas se pueden usar cuando hay tiempo para planificar y actuar. Nos da la posibilidad de regular la emoción. Si bien no siempre podremos tomarnos los tiempos necesarios para realizar este ejercicio (muchas veces debemos resolver la situación de manera inmediata), es indudable que mientras más posibilidades tengamos de practicarlo, las acciones serán cada vez más producto de la reflexión previa, y no de nuestros más primitivos impulsos; paulatinamente, a medida que lo practiquemos, nos acostumbraremos a pensar antes de actuar, y lo haremos cada vez más rápido y mejor. Estaremos practicando una de las habilidades fundamentales de la inteligencia emocional: el control de los impulsos.
CR. OSCAR HERNANDO - INSTRUCTOR DE INTELIGENCIA EMOCIONAL - MASTER COACH