Una palabra irresponsable:
puede encender discordias y fuegos difíciles de apagar…
Una palabra cruel:
puede arruinar y derribar todo lo que se había edificado en una vida…
Una palabra de resentimiento:
puede matar a un apersona como si le claváramos un cuchillo en el corazón…
Una palabra brutal:
puede herir y hasta destruir la autoestima y la dignidad de una persona…
Una palabra amable:
puede suavizar las cosas y modificar la actitud de otros…
Una palabra alegre:
puede cambiar totalmente la fragancia y los colores de nuestro día…
Una palabra oportuna:
puede aliviar la carga y traer luz a nuestra vida…
Una palabra de amor:
puede sanar el corazón herido…
Porque las palabras tienen vida.
Son capaces de bendecir o maldecir,
de edificar o derribar,
de animar o abatir,
de transmitir vida o muerte,
de perdonar o condenarde,
empujar al éxito o al fracaso,
de aceptar o rechazar…
¿Cómo hablamos a los demás?
¿Qué les transmiten nuestras palabras?
¿Qué me digo a mí mismo?
¿Hacia dónde me conduce mi dialogo interno?