Debajo de la Esfinge
El ocultamiento de tesoros arqueológicos no ocurre solamente en Toledo, con el caso de la Cueva de Hércules. Existe un ocultamiento de información arqueológica a nivel mundial, ejercida por una red de conspiración tejida por todos los gobiernos del mundo, coordinados por la Unesco y por grandes poderes supranacionales, liderados por Estados Unidos. Por ejemplo, se podría hablar también de otro caso similar que ocurre en Egipto, concretamente bajo la Esfinge y el Conjunto de Pirámides de Gizeh.
Vamos a hablar en esta ocasión, de algunos casos parecidos al de Toledo, simplemente para que seamos conscientes de que los seres humanos de todo el mundo son víctimas de unas retorcidas y sucias censuras, manipulaciones y ocultamientos por parte de unos grupos oscuros de poder, interconectados y coordinados, que controlan toda la información a nivel mundial, y a cuyas directrices engañosas son obligados a plegarse religiosamente todos los gobiernos del mundo.
El vidente estadounidense Edgar Cayce (kentucky 1877- Virginia Beach 1945) profetizó que debajo de la Esfinge de Gizeh en Egipto se encontraba un recinto secreto que albergaba una Biblioteca del Pasado con documentos y objetos atlantes, provenientes de los habitantes de la Atlantida que se habrían instalado en Egipto, y que se descubriría este legado atlante a finales del siglo XX. Según Cayce, existe una cámara o pasadizo que va desde la pata delantera derecha de la Esfinge hasta la entrada a la cámara de los registros.
Algunos piensan que quizás Cayce se equivocó al pronosticar que se descubriría en 1978 y nada sabemos de este hallazgo. Sin embargo no se equivocó tanto, sino que al final más bien acertó, pues la Camara secreta de la Esfinge no ha salido a la luz porque las autoridades no lo han permitido, pero sí que ha sido descubierta ya, hace décadas, precisamente en torno a la fecha facilitada por Edgar Cayce.
Desde la década de 1930 ya se vino investigando esta cavidad bajo la Esfinge, a cargo de la ARE, Association for Research and Enlightenment, (Asociación para la Investigación y la Iluminación) fundada por Edgar Cayce en 1931. A partir de esa fecha, esta Sociedad patrocinó diversos proyectos encaminados a la comprobación real de las salas ocultas propuestas por Cayce, contando para tal fin con organismos como la Universidad de Ain Shams del Cairo o el Instituto de Investigaciones de Stanford, SRI. Las prospecciones y sondeos dieron como resultado la localización de vacíos en el terreno, en los mismos lugares referidos por el vidente.
Edgar Cayce situó la cultura pre-egipcia, de las grandes construcciones, hacia el 10.500 a. de C., la misma fecha que más tarde calcularían Robert Bauval, Graham Hancock, el egiptólogo John Anthony West, el geólogo de la Universidad de Boston, Robert Schoch, y el Jefe de Sismografía de Houston, Thomas Dobecki.
El Tesoro que guarda la Esfinge
Los estudios científicos más modernos, conocidos, empezaron a partir del año 1987, por numerosos equipos de todo el mundo, y han descubierto en repetidas ocasiones que hay pasadizos y cavidades huecas bajo la Esfinge y la Gran Pirámide y entre ambos monumentos. Ha habido una serie de investigaciones y prospecciones arqueológicas que han tenido como objetivo el subterráneo de la Esfinge, de las que podemos resumir algunas de ellas:
En 1987 un equipo japones usó un método para buscar cavidades en la Gran Pirámide. Identificaron Tres cavidades potenciales en el área de la Esfinge.
En 1988 un equipo japones conducido por el Profesor Yoshimura, detectó una cavidad fuera del pasadizo de la Cámara de la Reina; también detectaron una cavidad grande detrás de la pared Noroeste de la Cámara de la Reina y la señal de un tunel fuera de la pirámide, que parece correr por debajo de la estructura.
En Octubre de 1992, el Profesor Jean Kerisal también detectó cavidades y túneles debajo del conjunto de Gizeh.
Una de las referencias más asombrosas es la que protagonizaron en 1924 el Dr. John Kinnaman y el egiptólogo Flinders Petrie. Según su relato, se internaron por un túnel situado en el sur de la Gran Pirámide. Abajo, a una gran profundidad, hallaron un recinto que contenía máquinas de origen desconocido y prismas de cristal.
En 1945, el Príncipe Faruk de Egipto, corrió una piedra junto a la Esfinge, y encontró un recinto que, según dijo, lo custodiaba un robot.
En la década de 1990, el Jefe de Sismografía de Houston, Thomas Dobecki, y el geólogo de la Universidad de Boston, Robert Shoch, descubrieron cavidades en los laterales de la Esfinge.
Y así, los ejemplos serían numerosos. Está demostrado desde los años 80 que debajo de la Esfinge hay pasadizos y cámaras secretas con información sensible y reservada. Pero ¿qué ha ocurrido? Que al igual que en Toledo, las autoridades políticas, religiosas, y arqueológicas, en este caso de Egipto con Zahi Hawass a la cabeza, el mandamás gubernamental de la cultura arqueológica egipcia, han prohibido proseguir con esas investigaciones subterráneas de la Esfinge así como de túneles que van desde la Esfinge hasta la Gran Pirámide.
No han dado permisos a nadie, han frenado todos los proyectos subterráneos y a todos estos equipos científicos internacionales que pretendían continuar entusiasmadamente con sus trabajos no se les ha permitido que volvieran de nuevo para completar sus investigaciones, ante el estupor y contrariedad de todos los egiptólogos del mundo. Un auténtico escándalo en la comunidad cultural y científica mundial.
Hasta ahora lo único que ha trascendido a la luz pública es una pequeña cavidad o agujero situado en la parte trasera izquierda del monumento, junto a la cola del león, que aparentemente no conduce al gran subterráneo. Claro que los primeros que entraron, fueron los miembros de la ARCE, American Research Center in EGYPT, dirigida por Zahi Hawass, naturalmente, para acondicionarlo convenientemente como lugar de visita turística. Los investigadores suponen que la Entrada Principal al subterráneo estaría debajo de la cabeza y entre las dos patas delanteras, en una zona que aparece tapada actualmente por la Estela de piedra de Tutmosis IV.
La Materia Reservada y la Clasificación de Secretos Gubernamentales no afecta sólo al Fenómeno Ovni, sino también a la Arqueología y otras materias que puedan crear conflicto. En numerosas ocasiones se han hallado objetos arqueológicos conflictivos por todos los países del mundo, y rápidamente los gobiernos han corrido una tupida cortina, secuestrando los hallazgos y escondiéndolos en Almacenes secretos y seguros, además de amenazar o engañar a aquellas personas que casualmente hubieran encontrado dicho hallazgo.
Y así, la lista de tesoros escondidos o disimulados por los gobiernos del mundo, es muy larga. La Dama de Mali es la figura de una mujer esculpida en una montaña de 1500 metros, llamada el Monte Loura. Fué descubierta en 1990 por el profesor italiano Angelo Pitoni. Los rasgos blancos de la Madonna contrastan en medio de una zona del Africa profunda con pobladores de tipo negroide. A pesar de lo sorprendente de este hallazgo, apenas ha trascendido a la sociedad y casi nadie conoce, excepto investigadores especializados.
O tenemos también el caso de La Cueva de los Tayos en Ecuador. En 1976 una Expedición de la que formaba parte el astronauta Neil Armstrong se internó en esta cavidad en busca de unas planchas de oro con información escrita por los dioses de la antigüedad. Pero el resultado de la operación quedó, como no, en secreto.
Y así los ejemplos serían muchos, evidenciándose que vivimos en una gran mentira; vivimos en un mundo imaginario que nos han dicho que es así; pero en realidad nuestro mundo es otro muy diferente.
Censura en la Gran Pirámide
Un buen escándalo se formó también con el Caso Gantenbrink. En 1993, las autoridades egipcias, decidieron instalar un sistema de aire acondicionado utilizando los llamados canales de ventilación que se habían descubierto en 1982, para proteger la Gran Pirámide de la humedad provocada por las visitas turísticas. La tarea fué encargada al ingeniero alemán Rudolf Gantenbrink, perteneciente al Instituto Arqueológico Alemán. Gantenbrink fabricó un pequeño aparato robot móvil, denominado UPUAUT, que traducido significa “El que abre caminos”, provisto de un sistema guía por láser y una cámara de televisión.
Después de que el robot recorrió 65 metros por el Conducto de la Cámara de la Reina, apareció una losa a modo de puerta, con 2 asas de metal, bloqueando el paso del Upuaut hacia una siguiente cavidad. Entonces el responsable de los monumentos de Egipto paralizó todo, y cerró la Pirámide de Keops al público durante 10 años. Al parecer, las autoridades egipcias quisieron denunciar al ingeniero Gantenbrink. Ante la censura absoluta impuesta por las autoridades egipcias, la estupefacción y el bochorno en la comunidad científica eran insostenibles.
Después de mucha polémica y muchas conversaciones, se volvió a entrar de nuevo en el año 2002, para averiguar qué había detrás de la misteriosa puerta de las 2 asas metálicas. Para esta ocasión, el ingeniero alemán Gantenbrink fabricó otro robot especial más sofisticado que el anterior, el Pyramid Rover, provisto de cámara de televisión, equipos de sensores y ultrasonidos. De nuevo apareció otra losa a modo de puerta, bloqueando el paso, ésta sin las dos asas metálicas. Y así estamos todavía, esperando durante años, para llegar a saber qué hay al final del túnel de la pirámide.
Hay descubrimientos de los que no se ha dicho toda la verdad, otros que simplemente todavía no han sido descubiertos, y otros que todavía se mantienen ocultos y a escondidas por los gobiernos y poderes religiosos. Hay construcciones de las llamadas Imposibles, realizadas en la antigüedad, puesto que en modo alguno pudieron construirlas los seres humanos, por ejemplo el Conjunto de Pirámides de Gizeh, los Arrecifes de Irlanda, etc.., que como no se pueden tapar ni esconder porque son muy grandes, gigantescas, se ha optado oficialmente por contar explicaciones falsas, haciendo partícipes y colaboradores de este fraude cultural a las autoridades culturales y arqueológicas, cuyas Direcciones Generales son controladas por los Gobiernos.
De la Esfinge de Egipto a la Esfinge de Marte
En otras ocasiones se ha acusado a los gobiernos de haber llevado a cabo operaciones secretas militares para bombardear hallazgos conflictivos y no dejar ni rastro de tales evidencias, tal es el caso de la Esfinge de Cydonia o Cara de Marte.
Aunque en este caso podría haber otra segunda posible explicación en el fraude de la Nasa: la confección y manipulación de imágenes en un laboratorio fotográfico especializado, al servicio de la Agencia Espacial. Estamos hablando de la nave Mars Global Surveyor.
Las supuestas tomas de la sonda Mars Global Surveyor de 1998, en las que se veía, supuestamente también, más cerca, La Cara de Marte, son un absoluto fraude.
E igual de sospechosa fué también la anterior Operación “Mars Observer”, de 1993, cuando la Nasa comunicó que la nave más cara de la Historia enviada a Marte, la nave de los 1000 millones de dólares, sencillamente “se perdió en el espacio”, sin más …
Las autoridades de la Agencia militar estadounidense Nasa mienten como bellacos. Esta caradura de la Nasa no es por simple precaución, sino que obedece perfectamente a unos planes absolutamente oscuros y tétricos de manipulación y engaño hacia toda la humanidad. Esta imagen nunca fué facilitada oficialmente por la Nasa, sino que fué “filtrada” por algunos técnicos de la Agencia, porque pensaron que el mundo la debía conocer. Una vez divulgada, como en los casos habituales, la Nasa hizo todo lo posible por desprestigiarla y desautorizarla.
Las auténticas y frías tomas cartográficas, en blanco y negro, realizadas por las sondas Viking fueron llegando a la Tierra, a partir de 1976. Tres años más tarde, en 1979, en el Goddard Spaceflight Center, en Greenbelt, Maryland, los científicos que trabajaban para la Nasa, Vincent Di Pietro y Gregory Moleenar, mientras revisaban las más de 60 mil fotografías enviadas por la Misión Viking, de repente quedaron estupefactos al contemplar 2 de las imágenes cartográficas, la 070A13 y la 035A72. Por absurdo o extraño que les pudiera parecer, no tenían ninguna duda de lo que contemplaban sus adiestrados ojos de expertos analistas: ¡Aquello era una Cara!…
La Faz marciana, de 2 kilómetros de larga y casi 1 kilómetro de alta, miraba hacia arriba, hacia el espacio. Era un Rostro con una gran expresión y solemnidad.
- ¡Aquella Faz tenía una gran dignidad!… decían los analistas de la Nasa.
La Cara mostraba una perfecta simetría. En su cabeza había un tocado a rayas, al modo egipcio. Ojos con pupilas y pestañas, nariz, boca, dientes, y oreja con pendiente. Incluso aparece una misteriosa lágrima resbalando bajo su ojo derecho. En la zona de la barbilla descendía una rampa al suelo de unos 200 metros.
A pocos kilómetros de la Cara de Marte, llamaba la atención un conjunto de formaciones piramidales, que se ha denominado “La Ciudadela”. Una de estas pirámides, conocida como la Pirámide-Castillo, o El Fuerte, rota a media altura, deja ver su interior, y muestra lo que parece que son unas columnas cilíndricas en su interior, y unas rampas de descenso rodean el exterior de la construcción.
En la zona de la Ciudadela, ciudad marciana, en ruinas, en la región de Cydonia en Marte, hay construcciones artificiales sorprendentes, como la Pirámide Castillo, rota en algunos de sus lados, en los que deja ver su interior. Los analistas disidentes de la Nasa han detectado que, por ejemplo, dentro del rectángulo señalado hay unas formaciones de columnas.
Sin embargo, en 1998, como ya hemos dicho, la Nasa facilitó unas supuestas tomas realizadas por la sonda Mars Global Surveyor, y en donde antes se veía claramente la solemnidad de un monumento en forma de Esfinge, ahora aparece, por arte de magia, la impronta de una especie de zapatilla o alpargata. Así es como la Nasa actúa, en virtud del “Informe Brookings” de 1961, en el que el Gobierno Estadounidense ordena a la Agencia militar la manipulación y el ocultamiento de las evidencias conflictivas.
Lo mismo que hacen los gobiernos y las autoridades religiosas cuando se empeñan en tapar hallazgos arqueológicos conflictivos, como la Cueva de Hércules en Toledo.
Las Puertas secretas de las Catedrales, Iglesias y Monasterios
Todos los emplazamientos religiosos históricos, como son las Catedrales, Iglesias, Monasterios, etc…, no están ubicados en sus coordenadas geográficas por una suerte de azar, sino que tienen una ubicación exacta y precisa en relación a unas razones que el público en general suele desconocer. Estos templos sagrados o edificios religiosos, normalmente, se construyeron allí hace mucho tiempo, siglos o milenios, porque están “tapando” algo importante que existe subterráneamente debajo de ese edificio.
Aparte de la razón subterránea, ya hemos visto el caso del interior de la Esfinge de Egipto, normalmente también han existido otras razones de ubicación para todos los templos de todas las civilizaciones, como son las coordenadas estelares. Pero en este punto hay que aclarar que la religión diabólica de las estrellas, impuesta por los dioses desde la antigüedad, fué venerada en todas las civilizaciones del mundo, excepto en el pueblo hebreo, cuyas creencias provenían directamente de Yaveh Dios, por haber sido el pueblo escogido.
Por ejemplo, los asesores esotéricos y ocultistas del Rey Felipe II determinaron que la ubicación perfecta para el Monasterio y Residencia que el Rey quería construir, sería justo encima de “La Boca del Infierno”, ni más ni menos, una cavidad subterránea legendaria en la zona de la sierra norte de Madrid, una de esas puertas mágicas que comunicaba el mundo terrenal con otro mundo paralelo desconocido. De modo que este Monasterio guarda la Puerta, y también la llave, hacia esa otra dimensión.
Esta es la razón por la que las Catedrales católicas y demás emplazamientos sagrados y religiosos, repartidos por toda la Tierra, se construyeron siempre sobre otros templos paganos anteriores, guardando los mismos secretos y tesoros de la vista de los seres humanos. Es el mismo caso que el Monasterio de Montserrat, que igualmente esconde sus túneles subterráneos, y así todos y cada uno de los emplazamientos sagrados o religiosos.
Lo curioso además de todo esto, es que todas estas catedrales y enclaves religiosos, estan intercomunicados subterráneamente, mediante una red mundial de túneles, por extraño que esto nos pueda parecer. Las energías telúricas, los lugares de poder, y la red mundial de túneles, constituyen la realidad de un rico mundo subterráneo que los seres humanos todavía ignoran. Y esto solamente es a nivel de la corteza terrestre. Porque en el interior de la Tierra hay más maravillas todavía.
Hay muchas cosas que la población mundial desconoce acerca de las catedrales e iglesias católicas. Por este motivo, aparte de otros más, es imposible que debajo de la Catedral de Toledo no haya nada, tal y como dicen toda una serie de personajes escépticos, y tal y como afirman, con todo el desparpajo y desfachatez, todas las autoridades religiosas o políticas de esa ciudad milenaria.
Pues la ciudad de Toledo está ligada desde antiguo con el mito y leyenda de Hércules y de la Cueva, y surge toda esta ciudad precisamente a partir de la construcción y existencia de la Cueva de Hércules. Toda la historia de Toledo nace y gira a raíz de la ancestral Cueva de Hércules, cuyos documentos, testimonios y huellas se remontan hace miles de años.
Entonces.., ¿Qué está tapando la Catedral de Toledo? ¡bingo!.., Efectivamente, la Catedral de Toledo está ahí precisamente para tapar la mismísima Cueva de Hércules, bajo la vertical subterránea de su propia Cripta. La Cueva de Hércules y la Catedral de Toledo son un punto clave para toda esa red de túneles subterráneos que recorren toda la Tierra. Pues a raíz del descubrimiento de la Cueva de Hércules se extenderá la hecatombe de la Iglesia Católica por todo el mundo, segun vaticinaron las Profecías de Toledo. Cuando llegue el momento de la ruina y del desguace de la religión pagana-vaticana, no quedará en pié ni uno solo de sus edificios en ningún lugar de la Tierra.
Existen en Toledo muchas personas que conservan objetos, testimonios, pruebas o documentos secretos, y que han visto con sus propios ojos toda una serie de evidencias y pruebas materiales, bien en la zona de la Catedral, bien en la zona del Callejón de San Ginés, e incluso han entrado hasta inexplorados dominios que certifican y evidencian que la Cueva de Hércules es una realidad palpable y física.
Mucha gente en Toledo sabe perfectamente que la Cueva de Hércules es real y que está ahí. Pero este tipo de personas, conocedoras y testigos del secreto de Toledo, son personajes oscuros, que forman parte de círculos extraños de poder, y que nunca dirán ni una sola palabra acerca de lo que se está ocultando deliberadamente en la ciudad de Toledo, a todos los españoles y a toda la humanidad.
Sin embargo, como vaticinan las Profecías de Toledo (ver artículo) La Cueva de Hércules saldrá a la luz pública, y todo su legado se conocerá, para ruina de todos esos personajes oscuros de poder, manipuladores y ocultadores de la verdad.
Porque tarde o temprano, todas estas cosas, y muchas más, terminarán saliendo a la luz, para la vista y deleite de todos. Y el mundo se asombrará.
14 de Junio de 2007. Revisado junio de 2008.
LOS TÚNELES DE AMÉRICA
UNA CIVILIZACIÓN DESCONOCIDA CONSTRUYÓ UN SISTEMA HABITABLE DE SUBTERRÁNEOS EN EL SUBSUELO AMERICANO
Los indios hopi, asentados en el estado norteamericano de Arizona, y que afirman proceder de un continente desaparecido en lo que hoy es el océano Pacífico, recuerdan que sus antepasados fueron instruídos y ayudados por unos seres que se desplazaban en escudos voladores, y que les enseñaron la técnica de la construcción de túneles y de instalaciones subterráneas.
Muchas otras leyendas y tradiciones indígenas del continente americano hablan de la existencia de redes de comunicación y de ciudades subterráneas.
Existe una nutrida literatura y suficientes investigadores que mantienen la hipótesis de que debajo de la superficie de nuestro planeta habitan seres inteligentes desconocidos por nosotros.
Existen diversas hipótesis acerca de la posibilidad de que inteligencias procedentes de fuera de nuestro planeta posean puntos de apoyo subterráneos o subacuáticos en el planeta Tierra. No voy a entrar aquí en el análisis de estas posibilidades, ya que forman parte de otro estudio que merece su propia dedicación. De forma que no voy a hablar de organizaciones como la Hollow Earth Society (Sociedad de la Tierra Hueca) o el SAMISDAT, que buscan establecer contacto con supuestos habitantes del interior del planeta, la primera, mientras que la segunda echa leña al fuego de la existencia de toda una organización de ideología nazi —naturalmente vinculada a los personajes dirigientes de la Alemania nazi— que sobrevive bajo la piel de nuestro planeta, con entradas a su mundo especialmente en el polo Norte y de la Amazonía brasileña. No voy a hablar de tales organizaciones ni de otras similares, ni voy a entrar en el tema de Shamballah ni de Agartha —supuestos conceptos de lo que serían unos centros de control subterráneos en los confines del Asia central— ni en el del supuesto «Rey del Mundo», porque no es el momento de negar ni de confirmar la validez de todos estos supuestos. El día en que crea oportuno hablar de ellos, lo haré de la forma más clara posible.
Voy a centrarme en este artículo en los lugares que, en el continente americano, tienen mayores posibilidades de conectar con este mundo inteligente subterráneo que aflora en muchas narraciones de los indios del Norte, del Centro y del Sur de este vasto continente, recogidas desde la época de la conquista hasta nuestros días. Para darle algún orden a la exposición de estos lugares —y dado que la datación cronológica de los supuestos túneles se pierde en la indefinición— voy a recorrer en las páginas que siguen América comenzando por el Norte para terminar, en trayecto descendente sobre el mapa, en el Norte de Chile.
Quede dicho, antes de descender, que hay más de un investigador que afirma que el polo Norte alberga tierras cálidas y la entrada hacia un mundo interior.
EL MONTE SHASTA
Los indios hopi afirman que sus antepasados proceden de unas tierras hundidas en un pasado remoto en lo que hoy es el océano Pacífico. Y que quienes les ayudaron en su éxodo hacia el continente Americano fueron unos seres de apariencia humana que dominaban la técnica del vuelo y la de la construcción de túneles e instalaciones subterráneas. Los hopi estan asentados hoy en día en el estado de Arizona, cerca de la costa del Pacífico. Entre ellos y la costa, se halla el estado de California. Y en el extremo norte de este estado existe un volcán nevado, blanco, llamado Shasta. Las leyendas indias del lugar explican que en su interior se halla una inmensa ciudad que sirve de refugio a una raza de hombres blancos, dotados de poderes superiores, supervivientes de una antiquísima cultura desaparecida en lo que hoy es el océano Pacífico. El único supuesto testigo que accedió a la ciudad, el médico Dr. Doreal, afirmó en 1931 que la forma de construcción de sus edificios le recordó las construcciones mayas o aztecas.
El nombre Shasta no procede del inglés, ni de ninguno de los idiomas ni dialectos indios. En cambio, es un vocablo sánscrito, que significa «sabio», «venerable» y «juez». Sin tener noción del sánscrito, las tradiciones indias hablan de sus inquilinos como de seres venerables que moran en el interior de la montaña blanca por ser ésta una puerta de acceso a un mundo interior de antigüedad milenaria.
Notificaciones más recientes de los habitantes de la cercana colonia de leñadores de Weed refieren apariciones esporádicas de seres vestidos con túnicas blancas que entran y salen de la montaña, para volver a desaparecer al tiempo que se aprecia un fogonazo azulado.
Narraciones recogidas de los indios sioux y apaches confirman la convicción de los hopi y de los indígenas de la región del monte Shasta, de que en el subsuelo del continente americano mora una raza de seres de tez blanca, superviviente de una tierra hundida en el océano. Pero también mucho más al norte, en Alaska y en zonas más norteñas aún, esquimales e indios hablan una y otra vez de la raza de hombres blancos que habita en el subsuelo de sus territorios.
UNA CIUDAD BAJO LA PIRAMIDE
Descendiendo hacia el Sur, recogí en la primavera de 1977 en México la creencia de que bajo la pirámide del Sol en Teotihuacán (la «ciudad de los dioses»), se esconde por el lado opuesto de la corteza terrestre —o sea en el interior del subsuelo— una ciudad en la cual se afirma que se halla el dios blanco.
400 EDIFICIOS VIRGENES
Si de aquí nos traladamos a la península del Yucatán, hallaremos en su extremo norte, oculta en la espesura de la selva, una ciudad descubierta en 1941 que se extiende sobre un área de 48 km2, y que guarda en el silencio del olvido más de 400 edificios que en alguna época remota conocieron esplendor. Fue hallada por un grupo de muchachos que, jugando en las inmediaciones de una laguna en la que solían bañarse, se toparon con un muro de piedras trabajadas, oculto por la vegetación. No teniendo los mexicanos recursos suficientes para acometer la exploración del lugar, requirieron ayuda norteamericana, acudiendo dos arqueólogos especializados en cultura maya, adscritos al Middle American Research Institute de la Universidad de New Orleans. También ellos determinaron que el proyecto de limpieza y estudio de la enorme ciudad sobrepasaba sus posibilidades, por lo que habría que crear una asociación con otras entidades. La guerra logró que el proyecto fuera momentáneamente archivado. Hasta que, en 1956, la Univerisdad de New Orleans, asociada esta vez con la National Geographic Society y con el Instituto Nacional de Antropología de México reemprendió las investigaciones. Andrews, el arqueólogo que dirigía la expedición, se dedicó —mientras el equipo de trabajadores comenzaba la desobstrucción de las edificaciones— a recoger informaciones entre los indios de la región. Un chamán le hizo saber que la ciudad se llamaba Dzibilchaltún, palabra que era desconocida en el idioma maya local, y que la laguna era llamada Xlacah, cuya traducción sería «ciudad vieja».
LA CIUDAD ENGULLIDA
Queriendo averiguar el motivo de este nombre, le fue narrada al arqueólogo norteamericano una leyenda transmitida por los indios de generación en generación, y que afirmaba que, en el fondo de la laguna, existía una parte de la ciudad que se alzaba arriba, en la jungla. De acuerdo con la narración del viejo chamán, muchos siglos antes había en la ciudad de Dzibilchaltún un gran palacio, residencia del cacique. Cierta tarde llegó al lugar un anciano desconocido que le solicitó hospedaje al gobernante. Si bien demostraba una evidente mala voluntad, ordenó sin embargo a sus esclavos que preparasen un aposento para el viajero. Mientras tanto, el anciano abrió su bolsa de viaje y de ella extrajo una enorme piedra preciosa de color verde, que entregó al soberano como prueba de gratitud por el hospedaje. Sorprendido con el inesperado presente, el cacique interrogó al huésped acerca del lugar del que procedía la piedra. Como el anciano rehusaba responder, su anfitrión le preguntó si llevaba en la bolsa otras piedras preciosas. Y dado que el interrogado continuó manteniéndose en silencio, el soberano montó en cólera y ordenó a sus servidores que ejecutasen inmediatamente al extranjero. Después del crimen, que violaba las normas sagradas del hospedaje, el propio cacique revisó la bolsa de su víctima, suponiendo que encontraría en ella más objetos valiosos. Mas, para su desespero, solamente halló unas ropas viejas y una piedra negra sin mayor atractivo. Lleno de rabia, el soberano arrojó la piedra fuera del palacio. En cuanto cayó a tierra, se originó una formidable explosión, e inmediatamente la tierra se abrió engullendo el edificio, que desapareció bajo las aguas del pozo, surgido éste en el punto exacto en el que cayó a tierra la piedra. El cacique, sus servidores y su familia fueron a parar al fondo de la laguna, y nunca más fueron vistos. Hasta aquí la leyenda.
Pero continuemos con estas ruinas del Yucatán septentrional. La expedición acabó por desobstruir una pirámide que albergaba ídolos diferentes de las representaciones habituales de las divinidades mayas. Otro edificio cercano se revelaría como mucho más importante. Se trataba de una construcción que difería totalmente de los estilos tradicionales mayas, ofreciendo características arquitectónicas jamás vistas en ninguna de las ciudades mayas conocidas. En el interior del templo —adornado todo él con representaciones de animales marinos— Andrews descubrió un santuario secreto, tapiado con una pared, en el que se encontraba un altar con siete ídolos que representaban a seres deformes, híbridos entre peces y hombres. Seres similares por lo tanto a aquellos que en tiempos remotos revelaron inconcebibles conocimientos astronómicos a los dogones, en el Africa central, y a aquellos otros que nos refieren las tradiciones asirias cuando hablan de su divinidad Oannes.
En 1961, Andrews regresó a Dzibilchaltún, acompañado en esta ocasión de dos experimentados submarinistas, que debían completar con un mejor equipamiento la tentativa de inmersión efectuada en 1956 por David Conkle y W. Robbinet, que alcanzaron una profundidad de 45 metros, a la cual desistieron en su empeño debido a la total falta de luz reinante. En esta segunda tentativa, lops submarinistas fueron el experimentado arqueólogo Marden, famoso por haber hallado en 1956 los restos de la H.M.S Bounty, la nave del gran motín, y B. Littlehales. Después de los primeros sondeos, vieron claro que la laguna se desarrollaba en una forma parecida a una bota, prosiguiendo bajo tierra hasta un punto que a los arqueólogos submarinistas les fue imposible determinar. Al llegar al fondo de la vertical, advirtieron que existía allí un declive bastante pronunciado, que se encaminaba hacia el tramo subterráneo del pozo. Y allí se encontraron con varios restos de columnas labradas y con restos de otras construcciones. Con lo cual parecía confirmarse que la leyenda del palacio sumergido se fundamentaba en un suceso real.
Este enclave del Yucatán presenta certeras similitudes con las ruinas de Nan Matol, la ciudad muerta del océano Pacífico deel que afirman proceder los indios americanos. También allí se conserva una enigmática ciudad abandonada y devorada por la jungla, a cuyos pies, en las profundidades del mar, los submarinistas descubrieron igualmente columnas y construcciones engullidas por el agua.
EL EMPERADOR DEL UNIVERSO
Nos vamos a la otra costa de México, ligeramente más al Sur. En Jalisco, y a unos 120 km tierra adentro del cabo Corrientes, cuentan los indígenas que se oculta un templo subterráneo en el que antaño fue venerado el ‘emperador del universo’. Y que, cuando finalice el actual ciclo evolutivo, volverá a gobernar la Tierra con esplendor el antiguo pueblo desplazado. Tal afirmación guarda relación con el legado que encierran los pasadizos de Tayu Wari, en la selva del Ecuador.
LAS LAMINAS DE ORO DE LOS LACANDONES
De aquí hacia el Sur, al estado mexicano de Chiapas, junto a la frontera con Guatemala. Allí moran unos indios diferentes, de tez blanca, por cuyos secretos subterráneos ya se había interesado en marzo de 1942 el mismo presidente Roosevelt. Pues cuentan los lacandones que saben de sus antepasados que en la extensa red de subterráneos que surcan su territorio, se hallan en algún lugar secreto unas láminas de oro, sobre las que alguien dejó escrita la historia de los pueblos antiguos del mundo, amén de describior con precisión lo que sería la Segunda Guerra Mundial, que implicaría a todas las naciones más poderosas de la Tierra. Este relato llega a oídos de Roosevelt a los pocos meses de sufrir los Estados Unidos el ataque japonés a Pearl Harbor. Semejantes planchas de oro guardan estrecha relación, igualmente, con las que luego veremos se esconden en los citados túneles de Tayu Wari, en el Oriente ecuatoriano.
50 KM DE TÚNEL
Prosigamos hacia el Sur. El paso siguiente que se da desde Chiapas pisa tierra guatemalteca. En el año 1689 el misionero Francisco Antonio Fuentes y Guzmán no tuvo inconveniente en dejar descrita la «maravillosa estructura de los túneles del pueblo de Puchuta», que recorre el interior de la tierra hasta el pueblo de Tecpan, en Guatemala, situado a unos 50 km del inicio de la estructura subterránea.
A MÉXICO EN UNA HORA
A finales de los 40 del siglo pasado apareció un libro titulado Incidentes de un viaje a América Central, Chiapas y el Yucatán, escrito por el abogado norteamericano John Lloyd Stephens, que en misión diplomática visitó Guatemala en compañía de su amigo el artista Frederick Catherwood. Allí, en Santa Cruz del Quiché, un anciano sacerdote español le narró su visita, años atrás, a una zona situada al otro lado de la sierra y a cuatro días de camino en dirección a la frontera mexicana, que estaba habitada por una tribu de indios que permanecían aún en el estado original en que se hallaban antes de la conquista. En conferencia de prensa celebrada en New York tiempo después de la publicación del libro, añadió que, recabando más información por la zona, averiguó que dichos indios habían podido sobrevivir en su estado original gracias a que —siempre que aparecían tropas extrañas— se escondían bajo tierra, en un mundo subterráneo dotado de luz, cuyo secreto les fue legado en tiempos antiguos por los dioses que habitan bajo tierra. Y aportó su propio testimonio de haber comenzado a desandar un túnel debajo de uno de los edificios de Santa Cruz del Quiché, por el que en opinión de los indios antiguamente se llegaba en una hora a México.
EL TEMPLO DE LA LUNA
En octubre de 1985 tuve ocasión de acceder junto con Juan José Benítez, con los hermanos Vilchez y con mi buena amiga Gretchen Andersen —que, dicho sea de paso, nació al pie del monte Shasta en el que inicié este artículo— a un túnel excavado en el subsuelo de una finca situada en los montes de Costa Rica. Nos internamos en una gran cavidad que daba paso a un túnel artificial que descendía casi en vertical hacia las profundidades de aquel terreno. Los lugareños —que estaban desde hace años limpiando aquel túnel de la tierra y las piedras que lo taponaban— nos narraron su historia, afirmando que al final del mismo se halla el «templo de la Luna», un edificio sagrado, uno de los varios edificios expresamente construídos bajo tierra hace milenios por una raza desconocida, que de acuerdo con sus registros había construído una ciudad subterránea de más de 500 edificios.
LA BIBLIOTECA SECRETA
Y ya bastante más al Sur, me interné en 1986 en solitario en la intrincada selva que, en el Oriente amazónico ecuatoriano, me llevaría hasta la boca del sistema de túneles conocidos por Los Tayos —Tayu Wari en el idioma de los jívaros que los custodian—, en los que el etnólogo, buscador, aventurero y minero húngaro Janos Moricz había hallado años atrás, y después de buscarla por todo el subcontinente sudamericano, una auténtica biblioteca de planchas de metal. En ellas, estaba grabada con signos y escritura ideográfica la relación cronológica de la historia de la Humanidad, el origen del hombre sobre la Tierra y los conocimientos científicos de una civilización extinguida.
LAS CIUDADES SUBTERRÁNEAS DE LOS DIOSES
Por los testimonios recogidos, a partir de allí partían dos sendas subterráneas principales: una se dirigía al Este hacia la cuenca amazónica en territorio brasileño, y la otra se dirigía hacia el Sur, para discurrir por el subsuelo peruano hasta el Cuzco, el lago Titicaca en la frontera con Bolivia, y finalmente alcanzar la zona lindante a Arica, en el extremo norte de Chile.
De acuerdo por otra parte con las informaciones minuciosamente recogidas en Brasil por el periodista alemán Karl Brugger, con cuyo asesinato en la década de los 80 desaparecieron los documentos de su investigación, se hallarían en la cuenca alta del Amazonas diversas ciudades ocultas en la espesura, construídas por seres procedentes del espacio exterior en épocas remotas, y que conectarían con un sistema de trece ciudades ocultas en el interior de la cordillera de los Andes.
LOS REFUGIOS DE LOS INCAS
Enlazando con estos conocimientos, sabemos desde la época de la conquista que los nativos ocultaron sus enormes riquezas bajo el subsuelo, para evitar el saqueo de las tropas españolas. Todo parece indicar que utilizaron para ello los sistemas de subterráneos ya existentes desde muchísimo antes, construídos por una raza muy anterior a la inca, y a los que algunos de ellos tenían acceso gracias al legado de sus antepasados. Posiblemente, el desierto de Atacama en Chile sea el final del trayecto, en el extremo Sur.
Estamos hablando pues, al final del trayecto, de la zona que las tradiciones de los indios hopi citados al inicio de esta artículo —allá arriba en la Arizona norteamericana—, señalan como punto de arribada de sus antepasados cuando —ayudados por unos seres que dominaban tanto el secreto del vuelo como el de la construcción de túneles y de instalaciones subterráneas—, se vieron obligados a abandonar precipitadamente las tierras que ocupaban en lo que hoy es el océano Pacífico.
Pero la localización de las señales concretas —que existen—, el desciframiento adecuado de sus claves correctoras —que las hay—, así como la decisión de dar el paso comprometido al interior, es —como siempre sucede en todo buscador sincero— una labor tan comprometida como intransferible.
Andreas FABER-KAISER, 1992
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