En nombre de la claridad
¿Cómo distinguir lo que es real de lo que es fruto de la imaginación cuando nos llegan informaciones y noticias sobre civilizaciones intraterrenas y extraterrestres, y sus manifestaciones externas? El contacto con seres de esas civilizaciones avanzadas era normal en el pasado, como en el auge de las culturas egipcia, hindú, maya y de otras que alcanzaron elevado nivel de
desarrollo.
En aquellos tiempos se tenía una visión menos materialista del universo, y eso facilitaba la relación con los seres que venían de otros sistemas, para ayudar en la evolución de la Tierra y del hombre. Tanto en el pasado como hoy, la claridad sobre ese tema proviene de la visión espiritual. Es que la mente, las emociones y los sentidos físicos captan sólo las dimensiones materiales y concretas de la vida, y no penetran realidades profundas, de otras dimensiones del universo y de niveles de consciencia más sutiles.
Es común que los extraterrestres y los intraterrenos presentes en la órbita de la Tierra se manifiesten por medio de luces, y que algunas se desplacen en el cielo. Dichas luces, hoy bastante conocidas, son sólo la forma externa con la cual esos seres evolucionados se presentan, así como el cuerpo físico es sólo un revestimiento de nuestra esencia espiritual. La función de los extraterrestres e intraterrenos entre nosotros no es producir fenómenos, y para comprenderlos más profundamente tendríamos que trascender la necesidad de presenciar sus apariciones, tendríamos que dejar de considerarlas como mera curiosidad o como objetos de investigación.
Si un fenómeno ocurre, es necesario ver si es benéfico, o sea, si en contacto con él ampliamos la consciencia y nos transformamos. Por lo general, a medida que vamos evolucionando, perdemos progresivamente el interés por manifestaciones fenoménicas y estas, así, dejan de suscitar interrogantes.
La búsqueda de fenómenos es un obstáculo para el desarrollo de aspectos más sutiles de la consciencia. El camino para trascender el interés por ellos es el desapego, pues sin desprendernos de lo que ya conocemos no sería posible ingresar libremente en lo que está por llegar.
La relación armónica y segura con la realidad suprafísica que está por detrás de los fenómenos, sólo es posible por medio de la intuición. Debido a la falta de percepción intuitiva, principalmente entre estudiosos e investigadores de fenómenos, la literatura y las informaciones referidas a ese tema son heterogéneas, y es casi generalizada la incomprensión por esos seres de otros mundos, que están al servicio de la evolución de la Tierra.
Cuando el caos se generalice sobre la Tierra, cuando la naturaleza dé inicio a mayores reacciones y la supervivencia se vuelva imposible en diversas áreas del planeta, entonces, el contacto con realidades suprafísicas se ampliará. Las naves extraterrestres y las intraterrenas se mostrarán abiertamente para cumplir sus tareas, y muchos ya habrán percibido lo que está más allá de los fenómenos que hoy intrigan tanto.
En un libro espiritual sobre Yoga está escrito que, solamente por la posibilidad de contacto interplanetario podemos tener certeza de la evolución de la humanidad. Aspirar a ese contacto no es un sentimiento material, sino un estado que brota cuando algo en nuestro mundo interior se pone en movimiento y nos une a la vida única, cósmica, en la que no prevalecen las fronteras ni las formas.
En nombre de la claridad.
Trigueirinho
En aquellos tiempos se tenía una visión menos materialista del universo, y eso facilitaba la relación con los seres que venían de otros sistemas, para ayudar en la evolución de la Tierra y del hombre. Tanto en el pasado como hoy, la claridad sobre ese tema proviene de la visión espiritual. Es que la mente, las emociones y los sentidos físicos captan sólo las dimensiones materiales y concretas de la vida, y no penetran realidades profundas, de otras dimensiones del universo y de niveles de consciencia más sutiles.
Es común que los extraterrestres y los intraterrenos presentes en la órbita de la Tierra se manifiesten por medio de luces, y que algunas se desplacen en el cielo. Dichas luces, hoy bastante conocidas, son sólo la forma externa con la cual esos seres evolucionados se presentan, así como el cuerpo físico es sólo un revestimiento de nuestra esencia espiritual. La función de los extraterrestres e intraterrenos entre nosotros no es producir fenómenos, y para comprenderlos más profundamente tendríamos que trascender la necesidad de presenciar sus apariciones, tendríamos que dejar de considerarlas como mera curiosidad o como objetos de investigación.
Si un fenómeno ocurre, es necesario ver si es benéfico, o sea, si en contacto con él ampliamos la consciencia y nos transformamos. Por lo general, a medida que vamos evolucionando, perdemos progresivamente el interés por manifestaciones fenoménicas y estas, así, dejan de suscitar interrogantes.
La búsqueda de fenómenos es un obstáculo para el desarrollo de aspectos más sutiles de la consciencia. El camino para trascender el interés por ellos es el desapego, pues sin desprendernos de lo que ya conocemos no sería posible ingresar libremente en lo que está por llegar.
La relación armónica y segura con la realidad suprafísica que está por detrás de los fenómenos, sólo es posible por medio de la intuición. Debido a la falta de percepción intuitiva, principalmente entre estudiosos e investigadores de fenómenos, la literatura y las informaciones referidas a ese tema son heterogéneas, y es casi generalizada la incomprensión por esos seres de otros mundos, que están al servicio de la evolución de la Tierra.
Cuando el caos se generalice sobre la Tierra, cuando la naturaleza dé inicio a mayores reacciones y la supervivencia se vuelva imposible en diversas áreas del planeta, entonces, el contacto con realidades suprafísicas se ampliará. Las naves extraterrestres y las intraterrenas se mostrarán abiertamente para cumplir sus tareas, y muchos ya habrán percibido lo que está más allá de los fenómenos que hoy intrigan tanto.
En un libro espiritual sobre Yoga está escrito que, solamente por la posibilidad de contacto interplanetario podemos tener certeza de la evolución de la humanidad. Aspirar a ese contacto no es un sentimiento material, sino un estado que brota cuando algo en nuestro mundo interior se pone en movimiento y nos une a la vida única, cósmica, en la que no prevalecen las fronteras ni las formas.
En nombre de la claridad.
Trigueirinho
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